Padre José María Baños Caballero nació el 1 de Junio de 1952 y tenía 68 años. Hizo sus primeros votos el 29 de Septiembre de 1972 y fue ordenado sacerdote el 15 de Septiembre de 1979.
Actualmente vivía en Puente la Reina (España). Pertenecía a la Provincia ESP.
El Señor es mi pastor, nada me falta (Sl 23,1)
Puente la Reina, 25 de febrero de 2021
Queridos hermanos de la Provincia española:
“Este es el día del Señor. Este es el tiempo de la misericordia”. El P. José María llegó a la capilla, conducido por su cuidador, justo en la respuesta a la invocación inicial. Señor, date prisa en socorrerme. Y con la fuerza que el avance de su enfermedad le permitía, recitó de memoria, con toda la comunidad, el himno de Cuaresma: “Este es el día del Señor”. Lo rezó entero, excepto la última estrofa que a muchos se nos escapa. Pese a los signos evidentes del avance de la enfermedad, ninguno podíamos intuir que esa frase de la penúltima estrofa, cuando le reconocemos a Dios su: “señalarás entonces el día del regreso”, iba a hacerse realidad, unas horas más tarde, en el P. Baños. En la tarde del 24 de febrero culminaba su camino entre nosotros. Han sido 68 años, siendo los últimos una dura subida arrastrando una pesada cruz al hombro, la cruz de una
enfermedad inmisericorde. Una vez más, es un deber dejar constancia escrita y agradecida de la fraternidad con la que su comunidad de Puente lo ha acompañado en estos duros momentos de trasiego de médicos, de hospitales, de cuidado, de asistencia plena y total. Más allá del deber, es una constatación más de cómo lo importante, lo divino, está enraizado en gestos y palabras, en presencias y silencios, que miran, confortan y aseguran: no estás solo.
Y esa fraternidad tuvo inicio cuando, dejando en Villacintor (León) a sus padres Leovigildo y María Ángeles, atravesó toda la península hasta llegar a Novelda. Era 1964. Al año siguiente vino a Puente la Reina (1965-1968), para culminar su primera formación en Alba de Tormes (1968-1971) donde, siendo postulante, llega el momento de decidirse por el seguimiento del Señor Jesús como religioso dehoniano. Su “sí” se va forjando y formando en la misma Alba, donde realiza su noviciado en 1971 culminado con su primera profesión el 29 de septiembre de 1972. Llegan así los años de escolasticado en Salamanca (1972-1979), con su experiencia de ‘colegios’ como educador en Puente la Reina (1974), y la emisión de su profesión perpetua el 2 de junio de 1978, un día después de su cumpleaños.
Licenciado en la UPSA, llega el momento de acoger los distintos grados y órdenes: los ministerios laicales el 7 de diciembre de 1978, el diaconado el 23 de junio de 1979 de manos de Mons. Felipe Fernández, y el presbiterado el 15 de septiembre de 1979 de manos de Mons. Mauro Rubio. Todos celebrados en la ciudad del Tormes y culminados por una breve aventura romana en el Teresianum en 1981.
Tres son los lugares en los que desarrolló su vida religiosa y su servicio apostólico: Salamanca, Alba de Tormes y Puente la Reina. Pronto tuvo la casa de Salamanca en él a su ecónomo, de hecho compaginándolo aún con los estudios, entre 1975 y 1977, años que preparan otro período más largo en este servicio entre 1984 y 1993.
El año 1979 se incorporaba también a su otra gran pasión a la que sirvió en distintos periodos: la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores. A ella llega en 1979 como vicario parroquial, oficio que se repite en 1993 siendo también ecónomo, así como de la comunidad filial de Salamanca II. También cuando fue párroco in solidum (1998-2000), se dedicó especialmente a la pastoral de la salud. Allí también cultivó una ferviente devoción por San José. Habrá un pequeño paréntesis entre 2009 y 2011 en el que regresa a Alba de Tormes (donde ya había estado como profesor y tutor en 1982), hasta que deje Salamanca en 2015, año en que es destinado a Puente la Reina donde ejercerá como capellán de las Madres Comendadoras como último servicio oficial.
Más allá de otros recuerdos propios, supongo que muchos de nosotros podemos compartir dos imágenes que personalmente retengo en la memoria y el corazón: la del P. Baños montado en aquella C-15, yendo de acá para allá, acompañado de su inseparable cigarrillo siempre encendido; y esa otra de su sonrisa franca y abierta cuando, pasado un tiempo, uno se reencontraba con él e, inmediatamente, te saludaba con el ‘sobrenombre’ que solía asignarnos a cada uno de nosotros.
Fue una alegría poder estar con él casi hora y media en noviembre, hablando de lo divino y lo humano, sin permitirse ahorro ninguno en los elogios agradecidos a sus hermanos de comunidad por la ayuda constante que cada uno a su modo le dispensó en estos meses. Era consciente de que ‘le había tocado la china’. Ayer mismo por la mañana me repetía esta expresión. Pero no quiso adelantar lo inevitable, sino plantarse frente a su grave enfermedad dispuesto a darle batalla. Ayer una batalla se perdió, pero la guerra está ganada hace mucho por quien fue su Señor y Pastor, por nuestro Señor Jesús, con quien ayer celebró su pascua personal, porque ayer fue para José María, el día del Señor, el tiempo de la misericordia.
Descansa, hermano, en la paz del Corazón de Jesús.
P. Juan José Arnaiz Ecker, scj
Superior provincial