Este mes de septiembre se cumplen 100 años de la llegada a España de los primeros Dehonianos que se establecieron en nuestro país. Reproducimos a continuación la crónica de aquellos acontecimientos que el P. Alfonso Muñoz Benito realizó para la obra Historia de la Provincia Española de los Sacerdotes del Corazón de Jesús (Volumen I):
Cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, ésta implicó también a las colonias de ambos bandos. Las colonias africanas alemanas, aisladas de la metrópoli, poco a poco fueron desalojadas de alemanas por los aliados. Como la del Camerún era limítrofe de nuestra Guinea española, parte de los colonos y ejército alemanes se acogieron a la protección de nuestra neutralidad, refugiándose en nuestra colonia de Guinea Ecuatorial. Entre ellos estaban nuestros misioneros alemanes. En Fernando Poo fueron acogidos fraternalmente por los religiosos Claretianos, encargados de evangelizar aquel territorio de Misión, y se quedaron con ellos a la espera de poder repatriarse un día, finalizada la guerra. Con este fin y en espera de que las circunstancias políticas lo permitiesen, se trasladaron desde Fernando Poo a la península por orden gubernativa y desembarcaron en Cádiz en el mes de septiembre de 1916, después de año y medio de su expulsión del Camerún.
Formaban este grupo dos sacerdotes, los PP. Guillermo Zicke y Lorenzo Foxius, con los Hermanos Buenaventura, Lázaro, Crispín y Félix.
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El mismo P. Guillermo Zicke en su obra Ecos de la Selva Africana, cap IV lo cuenta así:
“El 11 de julio coincidiendo con la antigua fiesta de la dispersión de los Apóstoles, tuvo lugar la despedida. Dos padres y cuatro Hermanos se embarcaron para España: los Padres Conrado y Francisco con dos Hermanos permanecieron en la isla. Sólo la conformidad con la Voluntad Divina suavizó el trance doloroso de la separación.
En el barco “Cataluña” haríamos el traspaso a la Península Ibérica. La travesía se verificó sin incidentes, abstención hecha del incidente sufrido en Río de Oro donde un crucero francés, del servicio de patrulla, nos echó el alto hasta revisar el pasaporte de los pasajeros. Reanudada la marcha, pronto emergieron las crestas agudas de las Islas Canarias, con las vertientes cubiertas de fresco verdor y salpicadas de blancas casitas cual caprichoso Belén.
¿Qué decir de nuestras impresiones cuando a lo lejos se divisaron las casas y torres de la ciudad gaditana, el punto de nuestro desembarque?
Nuestros corazones empezaron a latir con esperanza al contemplar aquel mundo nuevo, tan sólo conocido por grotescas caricaturas que novelistas e historiadores trazaban en torno a D. Quijote y de las corridas de toros.
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El P. Zicke en su Reseña de la Fundación en España cuenta lo siguiente:
“Zahara de los Atunes es una pequeña aldea de 300-400 almas, (…) Faltaba a la sazón en aquel pueblo el Cura de almas que por motivos de salud se había retirado. Habiendo entrado nuestros desterrados Padres durante su estancia en Cádiz en relación con el amo de aquellas tierras, un tal D. Agustín Abreu, éste pudo conseguir del Sr. Obispo de Cádiz el permiso para que se trasladasen a aquel pueblecito a fin de ejercer allí el sagrado ministerio de manera de ganar a los mayores mediante los niños. Así se realizó en octubre de 1916.
Quiso la divina Providencia que al cabo de un año volviera a aquel pueblo el antiguo Cura Párroco, D. Pedro Adell, el cual había de ser eslabón en la cadena de circunstancias que ayudarían a realizar los planes que tenía el Sagrado Corazón para nuestra amada Congregación en España.
Al regresar a Zahara de los Atunes, su párroco, D. Pedro Adell, los nuestros se trasladaron al Santuario de Nuestra Señora de la Oliva, “a media hora de distancia de Vejer de la Frontera, sitio extremadamente hermoso y silencioso, sombreado por aquellos eucaliptus y escogido por la misma Reina de los cielos para poder dispensar a los habitantes de aquella comarca las bendiciones de su maternal corazón. (…) Pero aquella pobre gente de Zahara no podía olvidar a los Padres extranjeros con sus luengas barbas y sotanas blancas. Insistieron en que volviera a lo menos una vez al mes el P. Guillermo para predicarles la Palabra de Dios y contarles algunas de aquellas anécdotas y hazañas de su vida misional en el Camerún. Marchose D. Pedro Adell (…) para el punto de su nuevo destino, dejando sola al P. Guillermo al cuidado de sus feligreses.
Siempre he tenido deseos de fundar en España
Entre tanto, el P. Guillermo había enviado a Roma un periódico con la noticia de la estancia de nuestros padres en Zahara. Noticia que llegó a conocimiento del P. Dehon. Como consecuencia, el 6 de marzo de 1918 recibió de Roma una carta en que el Fundador de la Congregación le decía lo siguiente:
“Siempre he tenido deseos de fundar en España. ¿Qué piensa Ud? Su estancia en Zahara, ¿podría ser el principio de una obra? ¿Tiene Ud. en su escuela algunos niños que se prestarían en este sentido? Mis preferencias serían más bien por las regiones del Norte, donde la gente parece más seria y más religiosa. Precisamente del Norte nos vinieron los grandes santos: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, Santo Domingo, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús. Mucho me alegraría que me comunicara su parecer. (…) Dios quiere que seamos propagadores de su Reino en España. ¡Ánimo, pues, y confianza! (…) Dejémonos guiar por la Providencia”.
El parecer del P. Guillermo fue ponerse incondicionalmente a las órdenes del P. Fundador.
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Tras una emotiva despedida de Zahara y sus buenas gentes –que emocionó la sensible fibra sentimental del cariñoso P. Guillermo, como él mismo lo anota- el día 22 de febrero de 1919 montó en tren en Cádiz, camino de Jaén.
Hasta la fundación definitiva de Puente la Reina, el 27 de diciembre de 1919 fueron muchos los desvelos, ilusiones y pequeños fracasos por los que atravesó el P. Guillermo Zicke. Algunas puertas parecían cerrarse, mientras otras se iban abriendo. Fueron tres años apasionantes en los que la confianza en llevar adelante esta obra de Dios alimentó los sueños de unos desterrados misioneros.