Al servicio de la misión común
Nuestra vida comunitaria
está al servicio de una misión apostólica,
según nuestra vocación propia,
y se robustece en el cumplimiento de este servicio.
La comunidad se deja interrogar
por los hombres entre los que vive
y se propone asumir y sostener
sus esfuerzos de reconciliación y de fraternidad.
Regla de Vida, 61)