Carta con ocasión de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús,
7 de junio de 2024
A los miembros de la Congregación
A todos los miembros de la Familia Dehoniana
“Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37). Con estas palabras proféticas de Zacarías, el evangelista Juan concluye su testimonio de lo que le sucedió a Jesús crucificado: “Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37). En la oscuridad de la violencia y de la muerte, la profecía nos abre a la esperanza.
Este gesto, “alzar la mirada”, aparentemente banal, es uno de los más importantes de nuestra vida de fe, de nuestro camino de seguimiento de Aquel que nos amó y se entregó por nosotros. “Alzar la mirada” expresa la resistencia a dejarse asfixiar por la culpa y el mal de este mundo. Así lo vivió nuestro Fundador:
El Padre Dehon es muy sensible al pecado
que debilita la Iglesia,
especialmente el de las almas consagradas.
Conoce los males de la sociedad,
cuyas causas ha estudiado atentamente,
en el plano humano, personal y social.
Pero ve la causa más profunda
de esta miseria humana
en el rechazo del amor de Cristo.
Cautivado por este amor no correspondido,
quiere responder a él
con una unión íntima al Corazón de Cristo,
y con la instauración de su Reino
en las almas y en la sociedad. (Cst 4)
“Alzar la mirada” al insondable amor de Dios, reconocido en el costado abierto del Salvador, es buscar la comunión que sana y restaura la dignidad perdida y pisoteada.
Es una actitud que no sólo nos ilumina, sino que nos ayuda a descubrir y comprender “lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo” (Ef 3,18) del plan de Dios. El Padre Dehon estaba profundamente convencido de ello y nos exhorta a avanzar en esta dirección.
Para formar en nosotros una fe viva, acostumbrémonos a mirar al Corazón de Jesús y de María en todo lo que hagamos. No tengamos otro objetivo en todos nuestros ejercicios de piedad. Esforcémonos por imitarle, recordemos sus virtudes y misterios, tratemos de revestirnos de sus divinas intenciones y de sus admirables disposiciones[1].
Al acercarnos a nuestro XXV Capítulo general, queremos reconocer de nuevo que el Sagrado Corazón de Jesús es la fuente de nuestra renovación, el fundamento de la unidad y del amor que podemos ofrecer a este mundo en transformación. Es la fuente inagotable de esperanza que da vida a la Iglesia, a la Congregación y a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
“Alzar la mirada” a este Corazón significa reavivar en nosotros la esperanza de invitar a muchos otros a mirar juntos a la fuente del amor y de la reconciliación. Es allí donde somos reparados y se nos invita a unirnos al movimiento de reparación que brota del Corazón abierto.
El amor reparador de Dios, contemplado y adorado en su Hijo, alimenta nuestra oblación y nos enseña a ser verdaderos adoradores, en la caridad y en la verdad. Esta mirada nos llama a permanecer al pie de la cruz con María y el discípulo amado, primeros constructores del Sint unum, desafiando al odio y a la misma muerte. Como a ellos, Jesús nos invita a construir una nueva comunidad, compartiendo vida y misión. Que nuestro Capítulo general sea un signo fraterno de nuestra mirada atenta al Evangelio, acogido, vivido, compartido y anunciado.
Que esta solemnidad reavive “la esperanza (que) anida en el corazón de toda persona como deseo y expectativa del bien[2]” y nos ayude a superar nuestros miedos, desconfianzas, dudas y desánimos. Que sea un tiempo de profunda renovación espiritual, para cada uno de nosotros, para hacer la voluntad de Dios:
También nosotros debemos alzar la mirada (…) y tratar de penetrar más profundamente en el espíritu de nuestra vocación y de nuestra meta, para conocer y realizar cada vez más la voluntad de Dios y sus planes[3].
Fraternalmente, en el Corazón de Jesús,
P. Carlos Luis Suárez Codorniú, scj
Superior general y su Consejo
[1] Leon Dehon, El año con el Corazón de Jesús, 1 de mayo de 1919, § 56.
[2] Papa Francisco, Spes non confundit, 1.
[3] Leon Dehon, Notas sobre la historia de mi vida, cuaderno 13, § 68.