Adviento es el tiempo de la Esperanza, esperamos el cumplimiento de la Promesa, ¡esperamos al Redentor, el que Libera y Salva! La esperanza es una virtud y una actitud que nos impulsa a ir siempre hacia adelante.
Queridos Amigos, Adviento es el tiempo de la Esperanza, esperamos el cumplimiento de la Promesa, ¡esperamos al Redentor, el que Libera y Salva! La esperanza es una virtud y una actitud que nos impulsa a ir siempre hacia adelante, dirá el gran don Pedro Casaldáliga «la esperanza solo se justifica en quienes caminan». Esta vez quisimos contar con la voz de los jóvenes, quienes son, sin lugar a dudas, quienes avanzan en las sociedades, en la Iglesia. Nuestra propuesta fue que nos compartieran qué les dice a ellos esta frase que papa Francisco les dirigió en una oportunidad: «No le tengan miedo al futuro, atrévanse a soñar a lo grande»… Aquí sus respuestas, ellos más que generosamente nos comparten desde su vivencia personal, su mirada de fe y desde donde la viven también, a través de estos 5 jóvenes veremos la diversidad de respuestas, nada de uniformidades, van desde realizarse y contribuir desde la vida cotidiana, crear una familia, su profesión, involucrarse en una lucha social, y hasta la esperanza en la futura vida del Cielo que nos espera. Así son, ¡son nuestros jóvenes! Escuchémoslos:
Santiago Freire (27) CVX (Comunidad de Vida Cristiana):
Creo que el miedo no es a soñar, creo que a veces nos cuesta bajar a tierra nuestras ideas, hacerlas factibles, y a veces se corre el miedo «al que dirán», muchas veces dentro de nuestras comunidades, parroquias, etc. Vivimos en un mundo herido, muchas de esas heridas «no son nuevas» se habrán puesto «ropa nueva» pero las injusticias y dolores son anteriores a tiempos bíblicos, y aún así, la esperanza como la memoria y ese Dios que de a poco se le fue revelando al pueblo judío, no sólo no ha desaparecido, sino que se encarna y vuelve a encarnar en Jesús. En mi vida personal tiene que ver con mis estudios, mis trabajos y mi apostolado, me animo a «meter las manos en el barro», soñemos, pero no nos quedemos en las nubes. Salgamos al encuentro con los otros, a cuestionarnos, y seamos interpelados por las distintas realidades, pero, sobre todo, no busquemos ser los grandes misioneros y salvadores, lo que vayamos a hacer hagámoslo con el otro, junto con las capacidades de cada uno y no opaquemos las necesidades de los demás con lo que yo creo bueno, obvio y lógico. Seamos humildes de corazón e intelecto para llegar y encontrarnos de manera aún más honesta con Cristo. Seamos contemplativos en la acción. Permitámonos tropezar, no somos héroes infalibles, somos hijos y hermanos en busca de un mundo lo más parecido al sueño de Dios, del cual nos seguimos maravillando, discerniendo y descubriendo.
Giuliana Delfino (21) Comunidad Getsemaní (Pquia Sta. Gema):
A mi me lleva directamente a pensar en la música, que es lo que estoy estudiando y trabajando. Estudio dirección coral, canto, piano, guitarra, teoría, de todo un poco, también doy clases de música. Todas esas horas de estudio y trabajo me llevan a pensar también en todo lo que hay de activismo social por los derechos de los trabajadores del arte, sea la música o las artes plásticas, y lo poco que estoy involucrada en esa lucha, pues estoy muy involucrada en el ambiente, presentarme aquí o allá, pero sin embargo, a la hora de marchar o lo que sea, no estoy… y siento que estoy en una situación de privilegio, pero si me gustaría estar mucho más activa, es como una combinación de sueño y desafío al mismo tiempo, como que me pulsa por los 2 lados. En Sta. Gema siento específicamente que se le da un lugar al arte, se hacen talleres, bueno, la Fiesta de las familias, donde va mucha gente a ver, hay muchos artistas, tengo un sentido de pertenencia y con mi comunidad Getsemani, ¡siento que me acompañan!
Lucas Cedrés (21) Grupo de jóvenes Feluz (San Carlos, Maldonado):
Lo dicho por nuestro papa Francisco no sólo es una invitación a soñar, es también una invitación a hacer. Es un llamado de vocación, nos convoca a nosotros, a vos, a mi. Desde nuestro lugar, con nuestras cualidades, virtudes y anhelos, con las cuales hemos sido dotados por Dios Padre, podemos ser el cambio que queremos ver en el mundo, y, el primer paso es soñarlo. Tal vez con el ritmo acelerado de nuestros días y la propia cotidianidad, se vuelva no tan sencillo encontrar nuestro lugar para contribuir. Pero acompañados de la oración y reflexión, sabremos oír lo que Dios planea para cada uno de nosotros, mi modesto ejemplo: fue en un retiro de jóvenes, al cual asistí con algunas dudas sobre mi vocación y la reciente carrera de abogacía por la que había optado realizar, donde sentí un gran fervor y felicidad, pues en uno de los momentos de oración más intensos que he tenido, comprendí que uno de mis grandes sueños es poder ayudar de manera significativa a aquellas personas que lo necesiten por medio de mi disciplina. Y vos ¿qué te atreviste a soñar a lo grande?
Lucía Taborda (21) Comunidad Shekiná (Pquia. de Belén):
A mi esta frase me da a entender que no debemos perder el objetivo de llegar al Cielo, que es lo más grande a lo que podemos aspirar. Para mí, el fin de estar vivos hoy es para poder ser instrumentos acá en la tierra, para dar ejemplo del camino de Cristo, a veces nos olvidamos que todo lo que hacemos en esta vida es para Dios, y que nuestra recompensa está en el Cielo. El Papa en esta entrevista habla de no dejarnos achicar, hoy en día el mundo, más que nada la juventud que está más revolucionaria, nos intentan vender falsas libertades. Nosotros como jóvenes cristianos, no podemos enceguecernos y caer en el «chiquitaje» como menciona el Papa, estamos acá para algo más grande, para tener una vida de ejemplo del Amor de Dios, para saber perdonar, para cumplir sueños que nos acerquen más al camino del Cielo, que a veces da miedo, por la condena social que se puede desencadenar. Como joven católica, puedo decir que muchas veces hasta nos da miedo que la voluntad de Dios no sea lo que nosotros soñamos para nuestra vida, hay que pensar en grande y que tenemos la gracia de conocer ese Amor y que todo lo que salga de Él va a ser lo mejor para nuestra vida. No hay que tener miedo de luchar por nuestras convicciones y así evangelizar, y ¿qué más evangelizador que un montón de jóvenes alegres, llenos de amor y esperanza, para el futuro de un mundo que hoy está en guerra? Mi mayor sueño es poder crear una familia desde los valores de la fe católica. Me encanta ponerme metas que me ayuden a nutrirme, me gusta ayudar, por eso participo en misiones y voluntariados y aprendo muchísimo de ello, no sé si es un sueño, pero seguro mi meta es poder aportar mi granito de arena en otras vidas, ¡a las que quizás les hace falta esperanza!
Lucca Lazos (19) Comunidad Getsemaní (Pquia. Sta. Gema):
Para mí estas palabras son sinónimo de «sean valientes». Todos tenemos miedo al futuro. En mis 19 años de vida, me he encontrado en algunas ocasiones con la incógnita de ¿y ahora qué? A medida que uno va creciendo, esa pregunta se plantea con mayor frecuencia. Entonces, para mí, es un llamado a ser valientes, a no conformarnos, a crecer y a hacer crecer. Independientemente de donde vengamos, en mi caso de Flor de Maroñas, todos debemos aspirar alto, y soñar en grande, porque mientras más soñemos, más hermoso se ve el futuro, y más posibilidades tiene la vida. A muchos nos merodea en la cabeza la sensación de querer aportar algo a la sociedad que nos rodea, trabajar de algo que aporte al mundo, algo que, en una pequeña parte la vuelva un lugar mejor. En mi caso no es diferente, aunque no creo que mi futuro trabajo vaya a ser lo que aporte realmente. Nuestro aporte no tiene porque estar vinculado con nuestro trabajo, sino más bien con nuestras acciones concretas en el día a día y nuestra apertura a escuchar a aquellos que lo precisan.