Por primera vez los dehonianos llegan a Colombia, iniciando una misión en una de las zonas más pobres y difíciles de la capital.
Hace por lo menos tres años nuestra Congregación viene preparando lo que es esta nueva presencia en América Latina. Muchas fueron las reuniones, oraciones y planificaciones hasta que finalmente ha llegado el momento de poner en marcha la misión. Nosotros estamos ubicados en Bogotá, más exactamente en el sur de la capital colombiana, en la localidad de Usme, un área bastante pobre, marcada por la violencia y la desestructura familiar. Es en esta realidad desafiante a la que nos trae el Espíritu para hacer fructificar nuestro carisma reparador.
Para dar vida a la misión somos cuatro sacerdotes dehonianos venidos de realidades bastante distintas: p. Joko Susilo (Indonesia); p. Rogereve Pausanos (Filipinas); p. Delio Ruiz (Argentina); y yo p. Rafael Freire Nóbrega (Brasil). Inicialmente fuimos invitados a prepararnos en la comunidad dehoniana de Quito, en Ecuador. La idea primera era quedarnos cuatro meses aprendiendo el idioma y tratando de conocernos y conocer más la realidad y cultura colombiana para facilitar nuestra actuación junto a la gente de este lugar, pero la pandemia y el consecuente cierre de las fronteras nos obligó a estar un poco más de tiempo en tierras ecuatorianas, de modo que fueron casi ocho meses.
Además de toda esta situación, que nos afecta a todos, seguimos bastante motivados. El tiempo en Ecuador lo vivimos en actitud de disponibilidad y como una oportunidad para prepararnos más y mejor para la misión. Para esto tuvimos formaciones, reuniones y encuentros. Además, nos mantuvimos siempre en contacto con la vicaría San Pablo, donde estamos ubicados, así fuimos arreglando aspectos más técnicos de la misión y nos familiarizamos con la realidad local. Por aquí nos recibieron con alegría.
Los casi ocho meses en Ecuador fueron una oportunidad para buscar una intimidad más grande con el Señor que nos llama, para que, siguiendo su voz, podamos llevar en Colombia la Buena Noticia del Evangelio, según los pasos de nuestro fundador.
Fue una hermosa oportunidad para conocer la cultura y las bellezas que tiene Ecuador, pero también oportunidad para colaborar con nuestras parroquias, con nuestras obras. Pudimos celebrar misas y los demás sacramentos. Es que, pasado lo más difícil en cuanto a la pandemia, poco a poco Ecuador se ha ido adentrando en la “nueva normalidad”. Sobre todo, para los asiáticos fue una ocasión para practicar el español y ganar más experiencia pastoral junto a la gente de las comunidades de Bahía de Caráquez, en el litoral ecuatoriano. Por todo esto estamos muy agradecidos con los hermanos dehonianos de Ecuador, que nos acogieron muy bien y nos ayudaron a sentirnos a gusto y en nuestra casa.
Luego de algunas cancelaciones de nuestro vuelo a Bogotá, por fin, este 19 de octubre, mes de las misiones ¡hemos llegado!
Desde ya contamos con su apoyo y nos confiamos a la oración de toda la familia Dehoniana por el buen éxito de esta importante iniciativa de nuestra Congregación en vista del bien de la Iglesia. ¡Dios les bendiga! Contamos con sus oraciones.