Meditación del P. Dehon sobre el misterio de la Navidad, extraída del primer volumen de “Coronas de amor al Sagrado Corazón de Jesús.”
El Espíritu de infancia es una virtud especialmente querida por el Corazón de Jesús. El niño es simple y puro, está totalmente abandonado a los cuidados de su madre; seamos así en las manos de Jesús.
Mira a Jesús en su infancia, él es simple, obediente y totalmente abandonado en las manos de María y de José. María lo coloca sobre la paja y lo retoma, lo presenta a los pastores y a los magos, y tal vez lo da a abrazar. Deja que lo lleven a la Circuncisión y Presentación en el Templo. El sacerdote Simeón lo toma en brazos. S. José lo lleva a Egipto y lo trae de vuelta.
En Nazareth, su vida se resume en pocas palabras: “El niño crecía y se fortificaba, lleno de sabiduría y de gracia. Era sumiso y obediente a José”. Es siempre el niño simple y abandonado a sus padres.
Y nosotros, ¿no tenemos que ser simples, confiados, abandonados respecto a Jesús, que nos adoptó como sus hijos?
L. Dehon, Coronas de amor al Sagrado Corazón de Jesús 64