La muerte de Hans Küng a los 93 años de edad suscitó más de 50 años de dialéctica teológica y enfrentamientos estrechos entre los partidarios de la continuidad del espíritu innovador del Concilio Vaticano II y los que, temiendo el desbordamiento doctrinal, pretendían encauzar los procesos en la estela de la tradición de control de los dicasterios romanos.
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