Carta para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús,
16 de junio de 2023
A los miembros de la Congregación
A todos los miembros de la Familia Dehoniana
El pasado mes de marzo, coincidiendo con el aniversario del nacimiento del P. León Dehon, la Congregación fue convocada para disponerse a la celebración del XXV capítulo general que iniciará, Dios mediante, en junio de 2024. A partir de esa convocatoria cada Provincia, Región y Distrito se ha puesto en marcha para preparar sus respectivos capítulos. Entre los posibles temas a tratar, muchos coinciden en señalar el de la identidad como uno de los más oportunos. Lo cierto es que un tema así implica dar respuestas a una pregunta similar a la que Jesús hizo a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que es esta Congregación?”. En cierta forma significa interrogarnos sobre el estado de salud de nuestra vocación reparadora, la misma que nos une y nos llama a adentrarnos en la dinámica apasionada de la vida trinitaria en favor de la vida de todos:
Entendemos la reparación
como la acogida del Espíritu (1 cf. 1Tes 4,8),
como una respuesta al amor de Cristo a nosotros,
una comunión con su amor al Padre
y una cooperación a su obra redentora
en medio del mundo.
Es ahí, en efecto, donde Cristo libera hoy
a los hombres del pecado
y restaura la humanidad en la unidad.
Es también ahí donde Cristo nos llama a vivir nuestra vocación reparadora,
como estímulo de nuestro apostolado (cf. GS 38). (Cst 23).
Para pensar nuestra identidad y su expresión en lo cotidiano, son abundantes las orientaciones del P. Dehon para centrar la búsqueda:
El oficio de reparador impone a los miembros de la sociedad la obligación de tender a una santidad poco común. Deben, en la medida de sus posibilidades, con la ayuda de la gracia, reproducir en sus corazones la santidad del Corazón de Jesús. (L. Dehon, LCC Juin 1903)
Desde su intuición carismática, el Fundador nos habla de un proceso, de una tendencia permanente, que no se alimenta del voluntarismo, sino de la gracia. El propósito de un movimiento así no podría ser otro sino aquel de hacer diáfano en la vida personal y en la de las comunidades que formamos lo más entrañable de Jesús: lo que está en su Corazón. Dicho con lenguaje más dehoniano, más del P. Dehon, la pregunta sobre nuestra identidad pudiera entonces formularse así: ¿Qué tal estamos en el ejercicio de la “santidad poco común”? Esta interrogación, lejos de vernos como un grupo aislado o distanciado de nuestra realidades y contextos, nos lleva a reconocer que nuestra vocación se une a la de tantos hombres y mujeres –Sint unum!– que desde la fe cristiana se reconocen asociados al proyecto de Dios para que el mundo crea y tenga vida:
Con todos nuestros hermanos cristianos,
nos sentimos conducidos a seguir las huellas de Cristo,
Para llegar a la santidad (cf. 1Tes 4,7). (Cst 13)
Cuando el P. Dehon nos llama a vivir la santidad del Corazón de Jesús nos exhorta a que hagamos nuestro lo que en Jesús resultaba poco común a los ojos de tantos, incluso escandaloso y sacrílego para muchos. La tendencia a la que nos convoca nuestro Fundador mientras contempla el Corazón de Jesús nos sitúa, por lo tanto, ante el camino a recorrer. Es la tarea de nuestra vida. Pero como nos advierte el Papa Francisco:
Una tarea movida por la ansiedad, el orgullo, la necesidad de aparecer y de dominar, ciertamente no será santificadora. El desafío es vivir la propia entrega de tal manera que los esfuerzos tengan un sentido evangélico y nos identifiquen más y más con Jesucristo (Gaudete et Exsultate 28).
Al considerarlo así, recorrer el camino de lo poco común nos descubre la santidad como la manera más radical de ser humanos y a la vez la más humilde de reconocernos hijos y colaboradores del Dios bueno que Jesús nos revela. Es por ahí donde en nuestros próximos capítulos podremos ayudarnos a encontrar respuestas sobre nuestra verdadera identidad.
Enséñanos tú, Jesús, a vivir lo poco común de
- que desde joven fueras capaz de dialogar, sabiendo escuchar y preguntar a otros
- que llamaras a Dios Padre y lo alabaras por su manera de revelarse a los más sencillos
- que compartieras tu misión y tu poder con los que construías una comunidad de testigos
- que supieras entrar y salir de las casas donde te acogían dejando tras de ti vida nueva
- que prefirieras cultivar la amistad a las relaciones de dependencia o de vasallaje
- que compartieras lo que tenías y dejaras que otros lo administraran
- que no fueras indiferente al sufrimiento ni a las necesidades de los demás
- que no te cansaras de perdonar
- que te dejaras interpelar por gentes de otras culturas y naciones
- que participaras de la vida y de la piedad de tu pueblo
- que hicieras de tu vida y de tu muerte un don para todos
- que confiaras tu Buena Noticia a nuestra fragilidad
En este mes en que de manera más atenta queremos contemplar el Corazón del Salvador e identificarnos más con Él, ¿qué de poco común encuentras en Jesús que necesitas hacerlo más tuyo, más de tu comunidad, más de tu familia, más nuestro?
En Él, fraternalmente
Carlos Luis Suárez Codorniú, scj,
Superior general y su Consejo
🇵🇱 Niezwykłe