17 noviembre 2020
17 nov. 2020

Nuestros “Testigos” en la santidad (III)

Causas de beatificación y canonización en nuestra Congregación SCJ: Mons. Wittebols y P. Francisco Geraedts.

de  Ramón Domínguez Fraile, scj

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Ya en el año 2000, el entonces Superior general, P. Virginio Bressanelli, al comunicar a la Congregación la aprobación del Decreto del martirio del Beato Juan María de la Cruz, nos invitaba a “recuperar la memoria histórica de aquellas figuras significativas, hermanas y hermanos nuestros, que pueden ser modelos y aliciente para vivir con mayor intensidad la vocación y la misión que tenemos en la Iglesia y en el mundo de hoy”. El 31 de mayo de 2004, el Superior general, P. José Ornelas Carvalho, comunicaba a la Congregación la instauración de la Jornada de la Memoria Dehoniana, que se celebraría todos los años el 26 de noviembre, día de la muerte de Mons. Wittebols junto a otros religiosos en Congo. “La muerte de Mons. Wittebols, con parte de su presbiterio, nos habla de un testimonio en la Iglesia y con la Iglesia, una Iglesia mártir y misionera”.

Quiero presentar ahora tantos religiosos, sacerdotes, misioneros, mártires que han dado testimonio de Jesús viviendo una vida ejemplar y anunciando el Evangelio a las personas más necesitadas. Son modelos para nosotros, Familia Dehoniana. Son religiosos en los que se está iniciando el proceso en sus diócesis y que, si Dios lo desea, podrán llegar a los altares. Presentamos dos testigos: Mons. Wittebols y P. Francisco Geraedts.

Mons. Wittebols

En 1960 el Congo belga se convertía en un estado independiente. La historia de los años siguientes fue dramática. El país se encontró en una situación de fuerte anarquía y de difundida violencia con un poder central debilitado. La rebelión quería llevar a la verdadera independencia del Congo con la eliminación de los europeos, del cristianismo y del régimen anterior.

La rebelión consiguió controlar en tres meses el 50% del territorio nacional, prácticamente sin combates, proclamando en Kisangani, el 4 de agosto de 1964, la República Popular del Congo. Los rebeldes, por sus matanzas indiscriminadas de la población y la toma de misioneros europeos como rehenes, crearon un clima desfavorable.

El año 1964 fue el año más duro de la rebelión, también para los dehonianos. La ciudad de Wamba fue ocupada por los Simba en agosto de 1946 y dio comienzo el terror.

El obispo Mons. Wittebols y otros misioneros dehonianos fueron obligados a caminar con los pies desnudos y golpeados de todos los modos posibles. Mons. Wittebols murió a causa de las caminatas, también porque sin sus gafas se caía continuamente. Los prisioneros fueron golpeados por la muchedumbre en el patio de la cárcel y fusilados en presencia de la gente, obligada posteriormente a mutilar los cuerpos. Nuestra congregación cuenta con veintisiete dehonianos asesinados en la llamada revolución de “los Simbas” tras las dolorosas detenciones.

P. Francisco Geraedts

El P. Francisco Geraedts llegó a Brasil el 18 de octubre de 1910, a la edad de 29 años. Un joven sacerdote holandés, nacido en la ciudad de Swalmem, en los Países Bajos; se convirtió en religioso el 22 de septiembre de 1905, en la ciudad de Sittard. Fue ordenado sacerdote el 17 de julio de 1910, en la ciudad belga de Lovaina.

En respuesta a la llamada de la congregación para continuar una misión ya establecida en Brasil, se fue a esas tierras desconocidas, en las que trabajó intensamente, desarrollando su trabajo misionero y pastoral en diferentes lugares de la Iglesia de Brasil.

El P. Francisco fue un sacerdote carismático, distinguido y creativo. El carisma del P. Francisco, evidenciado en su acción, rápidamente le ganó el respeto y la confianza de los fieles, primero en Colônia Leopoldina (Arquidiócesis de Maceió) y, poco después en Água Preta (Diócesis de Palmares). Estos rasgos significativos de la acción pastoral del P. Francisco todavía son evocados hoy por aquellos que guardan en su memoria los recuerdos del sacerdote dehoniano.

Su legado se puede ver con énfasis en la memoria de un pueblo que lo inmortalizó. Después de más de medio siglo desde la fecha de su muerte, la fuerza del ejemplo y la acción de ese sacerdote impulsa a los miembros de la comunidad parroquial de Água Preta, específicamente a aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo.

La fama de santidad del P. Francisco es consistente hasta nuestros días. Los feligreses y las personas que vivieron e hicieron misión con él dan testimonio de su vida ejemplar y de su santidad.

Otros dehonianos

Los Dehonianos tenemos a muchos religiosos que han ofrecido su vida de manera heroica. El primero de todos fue el español P. Juan María de la Cruz, beatificado en 2001 por la Iglesia. Víctimas del odio durante la IIª Guerra Mundial fallecieron Dehonianos en Austria, Alemania e Italia. También en Indonesia once Dehonianos holandeses dieron su vida víctimas del totalitarismo japonés. En Camerún y en Congo los procesos de descolonización trajeron consigo la persecución hacia quienes pudieran representar la libertad y la buena noticia que trae la fe. En Brasil un Dehoniano que trabajaba en favor de los más pobres sufrió el martirio igualmente.

Todos ellos bien podrían haberse expresado con estas palabras o parecidas: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 35, 37-39).

Nuestros religiosos quieren ser testigos del amor de Dios que está vivo y presente en este mundo. Su entrega radical hasta la muerte es expresión de que este amor que procede de Dios es invencible.

Oración

Padre lleno de bondad,
con amor nos has llamado a hacer de nuestra vida
un don  agradable a ti y a nuestros hermanos.
Contemplamos el ejemplo de tantos hermanos dehonianos,
que con su testimonio hasta la muerte
han proclamado la grandeza de tu amor.
Danos la gracia de conocer en profundidad,
de aceptar con generosidad,
sus vidas entregadas hasta el último aliento,
para tu gloria y la salvación del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios,
y vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

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