Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas
Reflexión sobre el segundo domingo de Adviento
Amados en el Señor, por su encarnación que celebramos en Navidad, el Señor quiso asumir nuestra condición humana para mostrarnos el camino hacia Él.
En el Evangelio de este segundo domingo de Adviento, nos invita, por medio de Juan Bautista, a preparar el camino (en nosotros y en los demás) y a enderezar sus senderos. No es que el camino del Señor sea tortuoso, sino que el pecado que hay en nosotros nos impide recorrerlo con serenidad y paz. “Las sendas del Señor son rectas; por ellas avanzan los justos, pero tropiezan los pecadores” (Os 14,10).
¡Todos sabemos cómo un borracho camina en línea recta! Este es el efecto del pecado en nuestra vida de fe. Nos impide reconocer lo evidente: la rectitud del camino del Señor.
Enderezar el camino del Señor es, por tanto, purificar al prójimo y a nosotros mismos, del pecado que distorsiona la imagen de Dios en nosotros. De este modo, podremos vivir la experiencia descrita por el profeta Baruc: ver regresar triunfantes a quienes el pecado había ahuyentado, pero que por la gracia de la conversión vuelven al Señor. Recemos unos por otros como Pablo, para que nuestro amor crezca en Cristo y purifique nuestro discernimiento.
Que Dios os bendiga a todos.