Sanar la fragmentación del mundo actual

El segundo día del capítulo se dedicó al retiro espiritual. El P. José Ruiz Pérez, SJ, nos animó a abrazar el proceso de conversión espiritual y a buscar al Dios de la unidad.

de  Willyans Prado Rapozo, SCJ

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El segundo día del Capítulo General se dedicó a un retiro impartido por el P. José Ruiz Pérez, SJ, sacerdote jesuita nacido en Canarias y residente actualmente en el País Vasco. Inspirado en el tema del Capítulo, “Llamados a ser uno en un mundo en transformación”, el P. Francisco reflexionó sobre la realidad de fragmentación fuertemente presente en el mundo de hoy, y cómo superarla con la Buena Noticia dada por el Señor.

Destacó algunos síntomas actuales de la fragmentación, como la guerra y los conflictos entre naciones, las divisiones en el seno de la Iglesia y la extensión del relativismo, que pone en tela de juicio la unidad y los valores comunes. Aunque la globalización emergente nos dio la esperanza de un mundo más unido, en realidad estamos viviendo una época de desolación. Sin embargo, esto no debe desanimarnos; la existencia humana está hecha de un movimiento de pecado y gracia, desolación y consuelo. Como personas de fe, estamos llamados a volver a Cristo y a su Evangelio como fuente de gracia para lograr la comunión y la unidad. Se trata de un proceso de conversión, de transformación continua.

Según el P. Francisco, toda persona busca su identidad, como en la historia de los “dos hijos pródigos” (Lucas 15: 11-32). Al igual que el hijo menor, podemos caer en el “pecado de juventud”, pensando sólo en nuestros intereses personales, apoderándonos de la herencia para buscar una especie de identidad en el individualismo; o podemos identificarnos con el hijo mayor, cayendo en el “pecado de vejez”, encerrándonos en el orgullo y las seguridades personales, sin querer aceptar al otro. Jesús revela que el Padre misericordioso es la respuesta; al hijo joven egoísta le propone la gratuidad, y al anciano resentido le propone la reconciliación. La gratuidad y la reconciliación son la clave para curar la fragmentación del mundo actual. Dios es Trinidad, él vive en nosotros y nosotros en él. En Dios, la humanidad encuentra una nueva identidad de relación, una identidad trinitaria que crea entre nosotros un verdadero vínculo de fraternidad.

El P. Francisco nos invitó a pensar en nuestro carisma dehoniano y a reflexionar sobre las siguientes cuestiones:

  1. ¿Dónde y en quién encontramos manifestada esta fragmentación?
  2. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta a esta fragmentación?

Por la tarde, propuso una meditación sobre la unidad en la diversidad. Tomando como ejemplo la creación de Dios, afirmó que la diversidad no es un caos, sino una sinfonía armoniosa. En sus ejercicios espirituales, San Ignacio estaba atento a lo que hay de único en cada persona, una realidad que no puede repetirse. Dios conoce nuestra naturaleza y dará a cada persona precisamente lo que realmente necesita.

Mirando a Jesús, plenitud de la revelación de Dios, llegamos a comprender que su movimiento es tanto descender (kenosis) como ir horizontalmente y abrazar a todos, en particular a los marginados. El P. Francisco propuso el ejemplo de los discípulos de Emaús como un proceso de conversación espiritual que puede llevarnos de la desolación a la consolación, de la soledad a la comunión y la unidad. De hecho, es en la Eucaristía donde Jesús nos da un ejemplo de nueva presencia.  Ahora, más que hablar de él, podemos de hecho hablar con él, porque él está en nosotros. La Eucaristía es la celebración de la unidad que Jesús quiso establecer con nosotros para siempre. En la vida eucarística termina la soledad y nace la comunidad.

Por último, el P. Francisco nos animó a abrazar el proceso conversión espiritual y a buscar al Dios de la unidad. Es un proceso que nos ayudará a redescubrir nuestra historia de salvación, a superar la desolación, a abrirnos a nuevas posibilidades y a mirar al futuro con esperanza renovada.

Tras la meditación, fuimos enviados a la capilla para la Adoración Reparadora con las siguientes preguntas:

  1. En el contexto de la fragmentación, ¿cómo te has sentido impulsado a nivel personal y comunitario?
  2. Si el Capítulo General es un encuentro de hermanos en comunicación permanente, ¿cómo podemos hacer de ello una conversación espiritual, una comunicación en el Espíritu?

¡Gracias, P. Francisco!

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